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Es curioso como el cine logra emocionarnos de diferentes maneras. Historias, géneros que consiguen tocarnos por dentro a través de tramas reales o ficticias que se convierten en verdaderas obras de arte llenas de emoción, valores y la educación de ellos.
La animación es sin duda uno de los mejores estilos cinematográficos que calcan la realidad vivida en tiempos pasados, presentes o futuros que logran captar toda la esencia de los sentimientos del ser humano.
Josep es sin duda el mejor ejemplo del año en la animación. Puede que quizás me quede corto en un solo año pues para este periodista y crítico cinematográfico, es un auténtico descubrimiento. La película narra la historia real de Josep Bartolí, pintor, escenógrafo y escritor español, que huyó de España en 1939 tras la llegada de la dictadura de Franco. Fue atrapado y encerrado en un campo de concentración por los franceses, convirtiendo su vida y la de los otros presos en un auténtico calvario de odio y represión.
El largometraje es el retrato de la huida de miles de personas que escapaban del terror fascista en busca de una esperanza, lo único que no se pierde para Josep es crear vida a través de su lápiz sobre el papel. Aurel, director de la película usa el dibujo para contarnos una historia de sufrimiento, esperanza, amor por el arte y por supuesto para que la memoria de aquellos que perdieron la vida o vivieron el horror por parte de los sucios fascistas, siga viva en el recuerdo de las nuevas generaciones.
Un film que también simboliza la humanización del ser humano a través de Serge, un gendarme francés que trabaja en el campo de concentración y que va tomando conciencia de la barbarie que realizan sus compañeros a los prisioneros. Serge y Josep simbolizan esa armonía a través de una amistad inquebrantable.
La película que cuenta con el sello de Cannes 2020 es uno de los ejercicios más bellos que se puede ver en las carteleras gracias a Filmin. Un film que cuenta con un trazado de color que recuerda a los cómics de Hergé, de un estilo único, con una espectacularidad que permite sumergir al espectador en una historia turbia pero que es esencial para el aprendizaje. Una producción francesa que vuelve a ejemplificar la gran calidad europea de la animación retratada gracias al estilo de Josep Bartolí, un artista de almas a través de la cultura.