3 Butacas de 5
Tres años después de ser rodada, por fin llega a nuestras pantallas En guerra con mi abuelo, la nueva comedia del director estadounidense Tim Hill (Alvin y las ardillas, 2007) que viene para alegrarnos el periodo navideño de este año tan fatídico y convulso.
Con un reparto de altura, donde destacan Robert de Niro (Taxi driver) , Christopher Walken (Annie Hall) , Uma Thurman (Kill Bill), Rob Riggle (Noche de estreno) y Oakes Fegley (Wonderstruck), En guerra con mi abuelo es una comedia más que propicia para estas fechas, pues está llamada a congregar a toda la familia delante de la pantalla, de la pantalla grande que tanto necesita, ahora más que nunca, de un público ávido de la diversión que procura la cinta que nos atañe, una cinta que sorprenderá a los espectadores más escépticos. Y es que si sumamos un reparto que no suele frecuentar (al menos históricamente) el género de la comedia al buen hacer de técnicos y guionistas a la hora de conseguir un humor efectivo que contagie de felicidad al público, nos queda una película simpática, muy amena y con un ritmo que no nos dejará un segundo para pensar en nuestros quehaceres diarios.
Y es que, a pesar de que el humor de los gags que contiene el libreto de Lisa Addario, Tom J. Astle, Matt Ember y Joe Syracuse (basado en la novela de Robert Kimmel Smith) sea demasiado simple e infantil en más de una ocasión (al fin y al cabo, estamos ante una comedia familiar), las peripecias de sus personajes dibujarán una sonrisa en el espectador en diversas secuencias. Robert de Niro (con guiños incluidos a todas las películas de mafiosos que tanto proliferan en su carrera) y Oakes Fegley, su nieto en la pantalla, nos regalan una guerra por ver quién se queda una de las habitaciones de la casa familiar llena de golpes cómicos, un juego del gato y el ratón clásico que parece tomar como referentes productos audiovisuales,tan dispares y a la vez tan similares, como aquella serie de Hannah-Barbera llamada Tom y Jerry, y sobre todo, aquel film dirigido por Chris Columbus en 1990 llamado Solo en casa. Las trampas que se intercambian abuelo y nieto conforman y suponen el grueso de una trama que, pese a estar copada de deus ex machinas (que aquí se deben perdonar a favor de causa), transcurre sin sobresaltos ni complicaciones; Hill, que en comedias familiares está más que curtido, sabe lo que funciona, sabe lo que el público va a requerir en cada momento, y, sin duda, sale más que airoso en su objetivo de hacernos felices durante noventa minutos.
En definitiva, En guerra con mi abuelo es la mejor comedia familiar que encontraremos este mes en cartelera, pues, además de contar con un gran reparto que pone toda la carne en el asador, mantiene en todo momento ese ritmo que necesitan las comedias para no quedarse cortos en su afán de divertir al respetable y tampoco abrumar al público con un humor demasiado forzado.