4´5 Butacas de 5
Las relaciones amorosas están escritas de infinitas maneras. Parejas que se aman, se casan, rompen y siguen amándose, todo forma parte de nuestro círculo vital. Una vida en la que aprendemos a conocernos, a amarnos, complacernos y buscar la felicidad en aquello tan mágico que nos sumerge en un océano de sensaciones. Todo parece que forme parte de una enfermedad llamada vida, con síntomas de esperanza y felicidad.
Porque el amor puede ser eterno. Una condena del alma que más que una enfermedad nos puede llevar hasta el fondo de ella, encontrando así resquicios de aquello que tuvimos y se nos fue. Ondina, es la adaptación a nuestra época del mito de la leyenda alsaciana en la que una mujer terminó convirtiéndose en la ninfa protectora de las aguas.
Dirigida por Christian Petzold y protagonizada por Paula Beer y Franz Rogowski, asistimos al viaje emocional de dos seres humanos que están destinados a encontrarse y enamorarse.
Undine (Ondina) retrata a una guía turística del centro urbano de Berlín. Tras dejarla su novio, se topa con Christoph, un joven submarinista que la rescata no solamente de la vida sino de sus propias emociones. Petzold retrata perfectamente y gracias a una narración llena de metáforas, un viaje hermoso en busca de la felicidad, de la protección del amor y de sentirnos completamente felices junto a alguien que nos ama.
Una historia preciosa, que sacude el alma gracias a su música, sus imágenes y la excelente interpretación de sus protagonistas. Un relato redondo sobre la belleza de las cosas, el deseo de ser felices y romper con aquello que nos hizo infelices.
Petzold además deja muchos mensajes en la película. Desde la profesión de guía de la protagonista, situándola en una profesional que busca la necesidad de encontrar ese ser que la acompañe, hasta la de Christoph, siendo ese buzo que se sumerge para rescatar aquellas emociones frías para sacarlas a la superficie.
Todo es posible en este largometraje, uno de los más hermosos del año y retratado como un cuento de hadas actual. El espectador caerá rendido sobre sus olas narrativas llenas de emoción, construyéndose a él mismo en las situaciones que se dan en la película. Una opción excelente para nadar sobre ella en las salas cinematográficas.