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David Fincher lo ha vuelto hacer. Sí, no es una afirmación pretenciosa ni mucho menos pero el cineasta ha vuelto a realizar un largometraje que es sin duda una de las grandes películas de su filmografía. Mank, nace desde dentro del séptimo arte, y lo digo así porque procede de un guion de Jack Fincher, padre de David y que el propio cineasta ha filmado siendo un homenaje al cine, a lo que rodeaba a Hollywood en su edad de oro y del amor a un padre con el que comenzó a descubrir el cine.
Mank nos acerca de manera sobresaliente a parte de la vida de Herman Mankiewicz, guionista de Ciudadano Kane y que a través de esta película conocemos el proceso de rodaje y escritura que vivió el escritor sobre la gran obra maestra de Orson Welles, director de aquel film de 1941. Rodada en absoluto blanco y negro, el film no es solamente un homenaje al cine por todo lo que acontece alrededor de la película, a nivel técnico y de sonido es una proeza porque Fincher ha hecho la película de tal manera que suena a las películas de la RKO, de ese sonido añejo que perfuma las salas con cine, cine y solo cine.
Gary Oldman retrata de manera sublime a Mankiewicz en un rol con el que presenta de nuevo con total seguridad su candidatura a mejor actor protagonista y no es de extrañar que lo gane porque el intérprete está espléndido en todos los compases de la película. Un personaje cínico, con humor ácido y que psicológicamente va variando a lo largo de todo lo que acontece en el film.
Porque si Mank tiene algo es que es mucho más que una película. Es el cine sobre el cine, el oscurantismo de la edad de oro de Hollywood, las manipulaciones políticas, envidias, el mercantilismo del cine a favor de la política…todo cobra sentido en esta obra que sin duda será recordada por muchos.
Los mecanismos de poder de hoy en día también aparecen reflejados en una historia que es un puñetazo al estómago de los inversores de Hollywood, de quienes toman las decisiones de lo que hacer y no hacer, y de quienes están a su servicio como lacayos. Es una losa a la ciudadanía honesta que ve como los grandes adinerados pisotean los derechos de una sociedad en crisis. Una corrupción cinematográfica de la que el propio Mank es víctima y se va dando cuenta a medida que acontecen los sucesos.
La interpretación de Gary Oldman es memorable, aunque el intérprete está muy bien rodeado por Amanda Seyfried, en el rol de una actriz inteligente y manipulada por la industria, junto a Arliss Howard y Charles Dance como los terribles magnates de la industria. Todos a nivel psicológico reflejan perfectamente sus dotes. Tom Burke es la otra pata del banco metiéndose en la piel del místico Orson Welles, al que el actor le otorga una soberbia personalidad siendo esa parte mimada de la industria por ser quien es.
Mank es sin duda una de las películas del año, es uno de los largometrajes que estará en el podio de los grandes premios por todo lo que simboliza y por el gran homenaje al cine que hace Fincher. El oscuro lado de Hollywood a través del brillo de una vida que acabó consumida entre litros de alcohol, presiones y los destellos de genialidad de Herman Mankiewicz.