4 Butacas de 5
Todos en la vida tenemos sueños, esperanzas y aspiraciones. Cuando somos niños queremos ser policías, bomberos, exploradores, artistas, profesores, médicos…cualquier profesión que vemos y nos entusiasma. Ideas que se hacen realidad en muchos casos debido al tesón que ponemos con lo que nos gusta o mediante las experiencias que nos hacen creer más en la posibilidad de lograrlo. La historia de Dear Werner, es una de esas que nace en el corazón de un joven, Pablo Maqueda, un soñador y luchador constante por hacer lo que le gusta: contar historias a través de la imagen.
Su película, que cuenta en la producción el apoyo de Haizea G. Viana (We love Cinema), otra soñadora del cine que ve como sus sueños se hacen realidad, es el homenaje que el joven cineasta ha querido hacer no solamente al séptimo arte, sino a la figura de Werner Herzog, director de cine alemán que ha conquistado con su obra a Maqueda y con el que ha viajado a través de sus pasos en la literatura y sus películas.
Cargado con su chaquetón para evitar las bajas temperaturas, una mochila con todos los artefactos y su fiel amiga, la cámara, Pablo Maqueda recorre el sendero que hizo Werner Herzog en el libro Del Caminar sobre el Hielo, novela en la que el cineasta alemán narraba su viaje a pie en el frío invierno de 1974 para salvar a la crítica cinematográfica Lotte Eisner. Dear Werner es una película evocativa, íntima y cautivadora, Pablo Maqueda no solamente demuestra su gran pasión y talento, a través de sus planos nos hace participes de su recorrido a pie siendo parte de los pulmones que dan oxígeno a sus pasos. Un sendero alentado por la música de José Venditti que cautiva en cada acorde que ofrece en la ambientación.
Nieve, tierra húmeda, rayos de sol de esperanza, la naturaleza cautiva en cada plano adentrándose en cada uno de nosotros gracias a la narración del propio Werner, produciendo un hilo de esperanza, de armonía con la imagen y el propio sufrimiento de quien anhela ver a su gran amiga.
El largometraje es una demostración del amor que Pablo Maqueda tiene por el cine, de un luchador que no se ha dado por vencido ni cuando como relata el cineasta “aquel productor rechazó el proyecto” o “un actor le dijo no a hacer la película” porque dicho y hecho, si alguien quiere hacer algo, es mejor hacerlo por sus propios medios. Una lección entusiasta, de alguien que sueña despierto y hace realidad la pasión con la que despierta cada día.
Un espejo que no es simplemente la contemplación de alguien que va con la cámara, son los detalles que convergen en cada paso que da Maqueda al estar cansado, esperanzado y feliz. Todo llega en la vida, en un largometraje que es un ejercicio alentador para quien tenga ganas de superar barreras.