3 Butacas de 5
En 2015, el barcelonés Cesc Gay sorprendía con Truman, una atípica propuesta a medio camino entre la buddy movie, la comedia y el drama con la que ganó dos premios Goya, a mejor director y mejor guion (además de la estatuilla de mejor película y de sendos galardones para sus protagonistas, Ricardo Darín y Javier Cámara). Cinco años después llega a los cines Sentimental, una adaptación de su obra de teatro Los vecinos de arriba en la que repite con Javier Cámara en un nuevo intento por conquistar la taquilla española.
Completan el reparto Griselda Siciliani y la pareja conformada por Belén Cuesta y Alberto San Juan, los “vecinos de arriba” que aprovechan una inocente invitación para revolucionar la vida de los de abajo con su particular forma de entender la sexualidad y el matrimonio. Se trata, como es lógico, de una historia completamente deudora del formato teatral más minimalista y que gira en torno a las interacciones de los dos matrimonios: Julio (Javier Cámara) es un hombre cínico y frustrado que intenta por todos los medios evitar la velada, e incluso amenaza a su mujer con confrontar a sus vecinos por todo el ruido que hacen cada vez que mantienen relaciones. Por su parte, Ana desea llevarse bien con la otra pareja a toda costa, lo que no hará sino agravar unos problemas maritales que no parecen afectar a Laura y Salva.
A partir de ahí, la trama fluye con gran naturalidad y más de una sorpresa, aunque sin adentrarse en el terreno de la comedia de enredo. El humor de Sentimental se basa más bien en el carisma de sus protagonistas (entre los que destaca quizá un desatado Alberto San Juan) y el creciente surrealismo de la situación que se les plantea a Julio y Ana, pero entre risa y risa Cesc Gay es capaz de hilvanar una delicada reflexión sobre los sacrificios del matrimonio y el precio de no saber gestionar las frustraciones vitales. El drama, eso sí, está mucho más diluido que en su anterior película, por lo que no defraudará a quienes busquen un entretenimiento ligero. Con una duración inferior a la hora y media, a Sentimental le sobra tiempo para arrancar sonrisas con su sarcasmo desenfadado y una historia repleta de equívocos sexuales. En definitiva, una excusa perfecta para evadirse en el cine.