3 Butacas de 5
De obra de Jane Austen se han hecho tantas adaptaciones que es inevitable preguntarse qué más puede aportar una nueva versión de cualquiera de sus principales novelas. En el caso de Emma, se ha llevado a la pequeña pantalla al menos ocho veces (siendo la más recordada la versión producida por la BBC en 2009, con Romola Garai como protagonista), y ha llegado a los cines otras cuatro. La última hasta ahora, eso sí, se estrenó en 1996 (con un reparto encabezado por una jovencísima Gwyneth Paltrow), por lo que hasta cierto punto puede defenderse la pertinencia de recuperar lo que por otra parte no deja de ser uno de los grandes clásicos de la literatura inglesa.
Reivindicar a Austen para una nueva generación puede ser de hecho el mayor logro de la cinta de Autumn de Wilde, cuya propuesta no defrauda, pero tampoco fascina. Como principal argumento a favor nos encontramos con un vestuario y ambientación sensacionales, algo que siempre se agradece en una película de época. Por otra parte, el tono escogido por su directora (vibrante y ligero pero refinado, en consonancia con el sutil sentido del humor de la novela) funciona bien, aunque por momentos parece emular de manera inconsciente a La Favorita de Yorgos Lanthimos (2018) … solo que sin la audacia de esta última.
El equilibrio entre ser fiel al texto original y demostrar personalidad es, en efecto, muy delicado, y es en ese terreno pantanoso donde Emma se resiente más. El empeño por reproducir de manera literal los diálogos del libro, por ejemplo, no siempre favorece al ritmo de las escenas: los brillantes intercambios dialécticos entre Emma y el señor Knightley, imposibles de mantener con un metraje de unas dos horas, se sienten en ocasiones demasiado encorsetados, sobre todo porque de Wilde no parece comprender del todo a sus personajes. La forma en que caracteriza a la joven la hace parecer más egoísta y malcriada que su homóloga literaria, lo que dificulta seriamente la identificación del espectador con el protagonista. Si a esto sumamos que la inmensa mayoría de los secundarios apenas están desarrollados o actúan como mera comparsa, resulta muy complicado para los miembros del reparto brillar (si bien hay excepciones, como la miss Bates de Miranda Hart y el mr. Woodhouse de Bill Nighy).
Por fortuna, la historia es tan buena que el resultado final puede considerarse satisfactorio. Si bien los más fans de Austen se pueden ver decepcionados aquí y allá, esta nueva Emma conserva gran parte del encanto que la ha convertido en inmortal. Tanto para quienes deseen revivir la obra como para quienes se acerquen a ella por primera vez, esta brillante comedia satírica no ha perdido ni pizca de interés.