3´5 Butacas sobre 5
27 años después de que el Club de los Perdedores lograse derrotar a Pennywise, una horrible entidad con predilección por los payasos de circo que aterrorizaba Derry, resulta que Eso no estaba tan muerto como los chicos creían. De modo que, cuando una nueva ola de desapariciones comienza a azotar el pueblo, la pandilla se verá obligada a regresar para cumplir con su juramento: acabar con la criatura para siempre.
Existe una gran diferencia entre esas típicas secuelas de películas de terror creadas casi a rebufo de la original para exprimir su éxito y este segundo capítulo del It de Andy Muschietti (2017), concebido en paralelo a la primera entrega como solución para adaptar una novela inabarcable para el cine comercial. Nos encontramos, por tanto, ante el auténtico desenlace de It, lo que la convierte en una cinta de visionado obligatorio para todo aquel que disfrutara (o sufriera) con ella.
Partiendo de ahí, y pese (o debido) a que las expectativas eran muy altas, la pérdida de frescura es evidente. Gran parte del encanto de la primera residía en el buen hacer de su joven elenco, y ni siquiera Jessica Chastain y James McAvoy lo han tenido fácil para replicar la química del grupo cuando ha llegado el momento de que sus versiones adultas tomasen el testigo. Por otro lado, los constantes flashbacks (aunque imprescindibles para la trama) terminan siendo un refrito de situaciones ya vistas que hace que las casi tres horas de duración de la película pesen más de la cuenta en algún que otro tramo.
El que sigue estando a la altura es un colosal Bill Skarsgård,que demuestra ser digno del legado de Tim Curry al mismo tiempo que confiere una personalidad propia al personaje de Pennywise. La pena es que el exceso de CGI y los convulsos movimientos de cámara restan impacto a su actuación: los planos en los que el payaso acecha o se mantiene a la espera resultan mucho más inquietantes que las fanfarrias audiovisuales en las que estos tienden a desembocar, llevando al extremo uno de los vicios más marcados de la primera entrega.
Por lo demás, la película funciona muy bien. Es aún más despiadada que la anterior (quizá por aquello de que hacer sufrir a un puñado de adultos se antoja menos censurable que torturar a unos niños), pero el modo en que Muschietti ahonda en la psicología de los personajes contribuye a que el cierre rebose emotividad. Su inteligente uso de la nostalgia (tanto en el plano argumental como en el de la ambientación) y la certeza de que no habrá una tercera parte hacen que, aunque los sustos no sean más originales, en esta ocasión sí que temamos por los protagonistas en cada encontronazo con Pennywise.
Puede que no sea redonda, pero como desenlace resulta atrozmente satisfactorio. Eso sí: que los fans de Stephen King no se confíen, porque los cambios con respecto al libro son pocos pero notables…