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El nuevo trabajo de Manolo Caro se estrena en Netflix protagonizado por Ernesto Alterio, Cecilia Suárez, Carmen Maura, Ester Expósito, Carlos Cuevas e Isaac Hernández entre otros.
La limitación de la libertad en España ha existido desde tiempos atrás. Hace más de 50 años, vivimos uno de los peores momentos por los que nuestros padres y abuelos lucharon por que existiera la democracia, la dictadura franquista. Sí, porque, aunque muchos por desgracia sigan defendiendo muchas de sus ideas, tiempo después esos fantasmas siguen vigentes por el odio de la ultraderecha, por ejemplo.
Alguien tiene que Morir es el nuevo trabajo de Manolo Caro (La Casa de las Flores) una miniserie situada en los años 50 en España, en plena dictadura franquista donde la persecución a los homosexuales, comunistas y personas de otras ideas a las de los fascistas estaban vigentes. La acción transcurre con la llegada de Gabino (Alejandro Speitzer) y su amigo Lázaro (Isaac Hernández) a la casa del primero. Gabino ha crecido en México, lugar del que es su madre y vuelve para estar con ellos unos días antes de viajar con su compañero. Una relación de los dos protagonistas, que bien puede parecer una simple amistad, pero en la que la atracción se palpa desde el primer momento.
La acomodada familia de Gabino está encabezada por el patriarca Ernesto Alterio, su esposa encarnada por Cecilia Suárez y una maquiavélica Carmen Maura que aquí es sin duda la que más veneno vierte en toda la historia. Un reparto de lujo en el que todos están espléndidos dejando paso también a los jóvenes talentos como Ester Expósito, los propios Speitzer y Hernández además de Carlos Cuevas.
Con tintes de novela de época, la miniserie es una crítica a la nula aceptación e inclusión de los homosexuales en la época de la dictadura. Como el machismo, la violencia ante otro tipo de valores o libertades se imponía en una época en la que la esperanza quedaba borrada con gotas de sangre.
El contexto conservador, tradicional y de época están perfectamente desarrollados. Los vencidos de la guerra y los acomodados de la dictadura aparecen muy bien reflejados en todos los protagonistas del elenco. Los intérpretes son sin duda el gran acierto de esta producción de tres episodios además de la música de Lucas Vidal, con dos Goyas en su casa, y la manera de rodar de Manolo Caro. El creador muestra una vez más la gran sensibilidad que posee en los temas aborda, si bien con el uso de imágenes estereotipadas, aspectos de denuncia social y las metáforas.
Pero en Alguien tiene que Morir no todo es perfecto, si bien la historia pretendía ser un thriller diferente, con la crítica al drama social que existía y sigue habiendo en cuanto a la libertad sexual de los seres humanos, los personajes acaban siendo estereotipados y en ocasiones algunos momentos son forzados dejando de lado la naturalidad de otros. Esto probablemente se deba a la condensación de una historia tan grande y coral en una reducción de capítulos, al final todo el vaso cuenta con más cantidad de agua de la cuenta y acaba rebosando.
A pesar de esto, Alguien tiene que Morir demuestra una vez más el gran talento que posee Manolo Caro en la realización de proyectos con un toque único y que en esta ocasión sale reforzado gracias al reparto que le acompaña.