4 Butacas de 5
David Pérez Sañudo debuta como director de largometraje con una historia que entra por los ojos. Ane es una película sensible, llena de metáforas y reflexión, una historia doméstica que permite al espectador acercarse y consigue que se sienta extremadamente real. El filme se desarrolla en Vitoria durante el año 2009, la construcción del tren de alta velocidad divide al pueblo y los conflictos alrededor de la obra serán el constante reflejo del conflicto interior de la protagonista.
Lide, interpretada por Patricia López Arnáiz comienza la búsqueda de su hija Ane, interpretada por Jone Laspiur, que tras una discusión no vuelve a casa para pasar la noche. Este viaje va más allá de una simple búsqueda y seguimiento de pistas y se convierte en el deseo de una madre por conocer a su hija. La protagonista, una mujer “imperfecta” y macarra, carga con el peso narrativo del largometraje y muestra el encadenamiento de emociones que supone el miedo de perder a una hija. La ignorancia, la culpa, el juicio de otros y el propio, el pánico, la duda, la aceptación y el silencio tras el peligro, una evolución que Patricia refleja con naturalidad en la pantalla con cada gesto y mirada.
Lo que comienza como la necesidad de conocer a Ane se convierte en una introspección que obliga a Lide a aceptarse a sí misma. Su hija es un reflejo de ella misma y en la imagen circular y conectada del filme se ve el cierre de un ciclo, un nuevo comienzo. Para una madre que siempre apoya y perdona el vacío no se ha llenado, el tren que separaba al pueblo separa ahora también a madre e hija. El relato concede al espectador un final abierto que pone a prueba la evolución de los personajes, es decisión del observador creer en la esperanza, el cambio o la fuerza de una relación.
La original composición de los planos refleja a la perfección el distanciamiento y el vacío en la vida de Lide. Planos que el director no teme mantener en la pantalla, permitiendo al espectador conectar con su belleza y acercarse a su significado. Los espacios en los que los personajes se desenvuelven aportan a la construcción de sus personalidades y son reflejo del cambio que llega a sus vidas. Además, este filme guarda un lugar para el silencio, imprescindible elemento narrativo que acompaña a los personajes en su reflexión y crea para el espectador entornos y espacios que se escapan del marco del encuadre. La rutina, los pasos y las preocupaciones se muestran a través del sonido, profundizando las imágenes y sumergiendo al observador en la realidad de los protagonistas.
Este proyecto de La Incubadora de ECAM cuenta ya con el Premio al Cine Vasco del Festival de San Sebastián (2020), una pequeña producción que destaca por la calidad, el domino de la técnica y la gran dedicación de sus creadores.
Ane es una experiencia audiovisual para disfrutar de sus imágenes, sentir con sus personajes y reflexionar con su historia.