3´5 Butacas de 5
La vida de una persona puede cambiar en cualquier instante. A diario tomamos decisiones y vivimos en una rutina que nos mantiene despiertos y sobrevivimos en una jungla urbana en la que hay de todo. Desde gente malvada, enferma…hasta personas con valores, capaces de sobrevivir y ayudar a quien más lo necesitan.
No Matarás es el regreso de David Victori (El Pacto) a las carteleras. Llega con un thriller protagonizado por Mario Casas y Milena Smit, que tras su estreno en Sitges se ha convertido en una sensación especialmente por la interpretación de ambos. Mario Casas está de dulce, no solamente por sus dos papeles anteriores (Adiós, El Practicante) es que el intérprete, alejado ya de aquellos roles en los que muchos le siguen encasillando, demuestra su capacidad camaleónica para mantener el espectador en tensión constante con su nueva película.
Una historia tan intensa como el chasquido de unos dedos que nos avisan que debemos correr. Casas interpreta a Dani, un trabajador corriente de una agencia de viajes que se pasa el día cuidando a su padre enfermo y en su trabajo. Un tipo responsable, honesto y bueno, que ve como su vida cambia drásticamente tras el fallecimiento de su progenitor.
Con un excelente plano secuencia comienza la película en la que seguimos a Mario Casas cumpliendo los deberes de un hijo que no sabe la que se le viene encima. Y es que, la vida puede cambiar en cualquier momento como comenzaba esta crítica. La necesidad de volar, de escapar de la monotonía llega tras fallecer su padre y conoce a Mila, una misteriosa chica una noche, un momento que cambiará las próximas horas de Dani.
Milena Smit es sin duda la gran revelación de la película de Victori. Ella simboliza todos los pecados y tentaciones que harán que Dani cambie por completo. Giros en la trama, violencia y tensión, tres elementos que no dejan tiempo para coger aire al espectador y que en cada decisión del protagonista aumenta aún más.
David Victori vuelve a hacer uso de una ambientación perfecta en la que la oscuridad y la luz convergen en planos de luces rojas y tenues, para representar la caída a los infiernos de un ser humano que solamente esperaba volar y cambiar su vida.
Una notable película con la que Mario Casas vuelve a demostrar su madurez y calidad interpretativa en un largometraje lleno de tensión.