4 Butacas sobre 5
Todas las semanas tenemos numerosos estrenos, pero no dejan de ser típicos y genéricos: una de acción, un romance, quizás alguna histórica… Ray y Liz llega para romper con la monotonía de la cartelera actual, postulándose como una de las propuestas más interesantes del año. El primer hecho a destacar de la película es que está dirigida por Richard Billingham, un fotógrafo inglés que ha decidido dar el salto al mundo del celuloide. Y vaya si le ha salido bien.
La película, desarrollada en la zona industrial de Birmigham, introduce al espectador en las memorias del autor ya que lo que cuenta es un fragmento que resume el día a día de su familia cuando era un niño y el impacto que tuvieron esas vivencias en él y su hermano. La narración que presenta el director inglés tiene un ritmo pausado que sin duda sabrán apreciar los acérrimos a las historias más dramáticas, ya que de eso se trata realmente, de la convivencia de una familia desestructurada, en la que su casa se convierte en una sucia prisión para el espectador, que observa los hechos sin posibilidad de modificarlos. Billingham destruye la emotividad para dar paso a la claustrofobia y la brutalidad bajo una fotografía sucia, cargada de humo y de tonos grises.
La amargura de la puesta en escena es a lo que deberá enfrentarse el espectador, tendrá que vérselas con un horror que no está habituado a contemplar, el horror de un padre que presta más atención a la botella de vino que a sus hijos, de una madre que los maleduca… De un muchacho encerrado en sí mismo que prefiere quedarse en cualquier otro lugar antes que volver a esa prisión, de un pequeño que todavía no se entera de lo que está ocurriendo… Muchos admirarán la fuerza visual de toda esta pesadilla; otros simplemente desearán no haber entrado en ella.