La serie ha sido adquirida por HBO.
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Todo comenzó aquella noche del 27 de junio de 1994 cuando dos personas encapuchadas decidieron entrar en la casa de Casimir Sucharski, dueño del bar Casey´s Nickeloderon, acabando con su vida y las de dos mujeres: Sharon Anderson y Marie Rogers. Un asesinato sin impunidad y que fue el comienzo del calvario para Pablo Ibar.
Las huellas de unas zapatillas deportivas, un vecino que testificó haber visto a dos hombres subirse a un coche y un video de mala calidad en el que las dos personas aparecían asesinando a sus víctimas. Estas pruebas han servido para que Pablo Ibar se haya sentado dos veces en el banquillo de los acusados por asesinato y que tras sus respectivas sentencias de culpabilidad sigue provocando dudas por todo lo que ha acaecido.
El caso de Pablo Ibar ha sido uno de los litigios más largos y mediáticos que se puedan recordar. Un proceso que se ha ido alargando más de veinte años y que la última vez que hubo novedad alguna, fue la condena a cadena perpetua de Pablo Ibar. Olmo Figueredo es el responsable junto a un excelente equipo de trabajo, en desarrollar uno de los mejores true crime que se han podido hacer. Una serie de seis capítulos en el que conocemos todas las pesquisas, testimonios de personas involucradas, abogados, jueces y que se convierte sobre todo en un alegato contra la pena de muerte.
Todo comenzó días después del asesinato de Sucharski, cuando Pablo Ibar fue detenido junto a Seth Peñalver tras el allanamiento de morada, con secuestro de sus propietarios y el asesinato del perro. A raíz de aquello comenzó un arduo proceso que acabó con Pablo Ibar juzgado y encerrado por el asesinato de Sucharski.
La víctima, obsesionada con su seguridad, tenía una dudosa reputación debido a sus negocios y ritmo de vida e instaló una cámara en el lugar de los asesinatos, un video que a día de hoy sigue levantando muchas dudas sobre la vinculación con Pablo Ibar y unas pruebas de ADN que no han dado demasiada claridad.
Tras dos juicios, Pablo Ibar lleva más de 25 años en prisión, casi la mayor parte de su vida, sin haber vivido una vida normal como padre junto a su esposa e hijos, y la lucha incansable de su familia: los Urtain.
El Estado contra Pablo Ibar no pretende decir si alguien es inocente o culpable, es un retrato del sufrimiento de las familias de las víctimas y del acusado, es una alegoría a la esperanza de quienes creen en la justicia y en el trabajo vertiginoso de quienes defienden la vida.
La serie documental no es un true crime más, es un exhaustivo análisis sobre el caso, sobre las personas que están alrededor de Pablo Ibar y de las víctimas, porque si algo bueno tiene este trabajo, es que Olmo Figueredo ha dado voz a todas las personas implicadas en el caso. Una labor extensísima que ha durado años y donde el espectador verá con pelos y señales todo lo que ha circulado alrededor, sintiendo empatía con todo lo que ocurre.
Todo se expone de manera objetiva, sin ensañamientos de ningún tipo, simplemente se muestra todo tal y como es. Un trabajo que reflexiona sobre un sistema judicial y penal roto, y por la esperanza de todos los familiares que se han visto implicados en el caso. Una serie llena de emoción, análisis, rigurosidad y un canto al alma del ser humano, esa que sigue reclamando justicia, pero sin ser vengativo con otra muerte.