4´5 Butacas de 5
Las cazas de brujas son una parte fundamental de la sociología. El ser humano, por desgracia, ha llevado a cabo prácticas para luchar y eliminar aquello que consideraban fuerzas del mal. Actos diabólicos, temas políticos, persecución racial…todo ello se torna lamentablemente en una persecución contra los valores que representan a un grupo de personas.
Akelarre no es una simple historia de brujas, como tampoco es una persecución contra supuestos seres del mal. Es un canto a la libertad, a la necesidad de amar, de escapar, de romper cadenas y eliminar los estigmas que por desgracia nos siguen haciendo tan conservadores. Es la historia de un grupo de jóvenes, que soñaban con hacer lo que eran en la época, cosas de adolescentes, sueños de infancia trastocados por el periodo en el que se encontraban y cincelados por hombres sin escrúpulos.
El contexto de la película nos sitúa en el País Vasco, en una zona rural en la que acontecían prácticas de brujería y en la que los hombres del Rey, de las leyes y de la Iglesia, acudían para eliminar las oscuras y supuestas fuerzas del mal que acechaban. Con un elenco formidable, rico no solamente en sus interpretaciones, sino también en gestos y transformación emocional, conocemos a un grupo de jóvenes encabezadas por una excelente Amaia Aberasturi, hija de un marinero y que como muchas jóvenes de la zona hacían sus labores en el campo para colaborar en los hogares.
La joven actriz está formidable, con una interpretación que es digna de nominación desde las simples miradas, gestos y expresión corporal, un talento que la convierte en una intérprete que tiene mucho que dar, y que está acompañada por un grupo de compañeras que hacen cada escena aún más mágica. Todas ellas están espléndidas aunque es la benjamina de pelo rizado, la que roba por momentos el protagonismo.
Los temibles hombres de Dios y de la ley, están encarnados por un grandioso Alex Brendemühl, metiéndose en la piel del juez Rostegui. El actor vuelve a hacer gala de porque es uno de los intérpretes más demandados de los últimos tiempos en nuestro cine. Brendemühl está formidable, llevando la maldad al extremo sobre una oscura seducción y curiosidad que impone en la pantalla. Junto a él Daniel Fanego, Daniel Chamorro y Asier Oruesagasti encarnando al Padre Cristóbal, este último sorprende gratamente en sus intervenciones. Otro joven actor que está llamado a dar mucho que hablar gracias a sus intervenciones en la expresión vocal y facial.
La película refleja también como los hombres de la región se echaban a la mar en busca de prosperidad para la aldea. Una situación que Rostegui y sus hombres, encomendados por el Rey, aprovecharán para purificar la región, arrestando a quienes sospechaban de prácticas de brujería y de su supuesto servicio al diablo.
Se agradece que la película esté rodada tanto en euskera como en castellano ya que no solo aporta la ambientación necesaria, es también el respeto que Pablo Agüero refleja en cada parte del largometraje. Se trata además del sexto trabajo del cineasta, una película sobresaliente que consigue atrapar desde el primer minuto hasta el final. Con una ambientación oscura, una música y sonido que deleita a cualquiera que se deje llevar, además de un par de secuencias que se quedarán en la retina.
En cuanto a los mensajes que deja el film tiene varios. Desde la búsqueda del amor, la inocencia, las ansias de libertad y deseo de vivir, a la esperanza de dejarse llevar en la vida por lo que somos: niños, jóvenes y adultos, con un mordisco eficaz a algunas ideas conservadoras que aún todavía algunos pretenden imponer.
Akelarre es una de las películas imprescindibles de este año, un hechizo que atrapa de manera fulminante a la memoria y que une varios géneros oscuros a la vez.